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1 + 1 = 3
Relaciones y Diseño Humano
En el mundo del Diseño Humano, las relaciones toman una dimensión completamente diferente. Aquí, el «yo» y el «tú» son solo el principio de algo más grande: nosotros. No es una mera suma de dos individuos; es la creación de una tercera energía, algo nuevo, vivo y dinámico que nace cuando dos personas interactúan. Es lo que Ra Uru Hu describió como la magia de “1 + 1 = 3”.
La creación de una tercera energía no se limita a sumar nuestras diferencias, sino que activa potenciales que de otro modo permanecerían dormidos. Piénsalo: tú y yo, cada uno con nuestras propias aptitudes, talentos y energías, somos como piezas únicas de un rompecabezas. Al unirnos, el universo parece conspirar para abrirnos a una energía compartida que fluye, se enriquece y nos transforma.
Las Aptitudes y los Talentos Compartidos
En Diseño Humano, cada uno de nosotros tiene ciertas “aptitudes” de entre las 64 posibles, que se expresan en diferentes áreas de nuestra vida. Ahora, imagina que tus aptitudes y las mías están perfectamente alineadas, que se «miran» entre sí como si se reconocieran. Es ahí cuando sucede algo increíble: juntas, esas aptitudes forman un talento. Esto significa que, aunque ese talento no sea parte de mi energía innata, puedo acceder a él gracias a nuestra conexión. Tú me lo prestas, y yo hago lo mismo contigo. Es un intercambio continuo de recursos que, cuando se da en armonía, enriquece a ambas partes.
El «Nosotros» en Movimiento
Sin embargo, para que esta tercera energía se active y fluya, ambas personas deben estar abiertas, receptivas y, sobre todo, sanas. Si uno de los dos está cerrado, temeroso o inseguro, esa conexión que podría ser un regalo puede sentirse como una carga. Es el clásico «me pierdo en la relación». La sensación de no saber dónde terminas tú y dónde empieza el otro proviene de un lugar de resistencia. Cuando la energía no fluye, el intercambio se bloquea y en lugar de enriquecer, la relación puede desgastar.
Por el contrario, el verdadero regalo de esta dinámica ocurre cuando hay amor y aceptación mutuos. En ese espacio, la relación se convierte en una oportunidad para experimentar lo nuevo: nuevas ideas, nuevas formas de ser, incluso nuevos aspectos de uno mismo que antes ni siquiera sabíamos que existían. Aunque dejamos de ser «uno solo», no dejamos de ser nosotros mismos. Más bien, evolucionamos juntos, nos expandimos.
El Amor como Fuerza Creadora
George Orwell menciona que «temen el amor porque crea un mundo que no pueden controlar». Esta frase tiene una profundidad filosófica y espiritual que conecta con la idea de «1 + 1 = 3» y las enseñanzas holísticas. El amor, como fuerza universal, no puede ser controlado porque no pertenece al plano del ego o la fragmentación. Su naturaleza es expansiva, caótica en apariencia, pero profundamente ordenada en su esencia. Es lo que nos conecta con lo que Platón llamaría Lo Uno y nos impulsa a trascender las divisiones aparentes entre el «yo» y el «otro».
La Tríada Platónica del Amor
En la tríada de Platón, el amor es ese «principio intermedio» que conecta la Unidad original con la multiplicidad del mundo. Surge de una verdad primordial: todos estamos conectados como parte de un todo indivisible. Al vivir en el mundo de las formas y relaciones, experimentamos separación, conflicto y ego, pero es a través del amor que podemos unir esas dos realidades, creando un puente hacia algo mayor. El amor, cuando es genuino, no busca poseer ni dividir, sino expandir. En términos prácticos, transforma nuestras interacciones cotidianas en experiencias trascendentales.
Entonces, la próxima vez que sientas que alguien «saca algo nuevo de ti», quizás sea el momento de reconocer esa tercera energía. Agradece el intercambio, observa qué talentos han surgido y cómo puedes nutrirlos. Porque, al final, una relación consciente no es una pérdida de uno mismo, sino una puerta abierta a un universo compartido donde “1 + 1” nunca vuelve a ser solo 2.